Cuidados del turbo: Nociones básicas

Hablar de un turbo hoy en día es casi como hablar de un árbol: Algo normal. Pese a instalarse de manera habitual en los vehículos, son pocos los usuarios que miman al menos un poco esta pieza tan valiosa y delicada.

Cuidados del turbo: Nociones básicas

Los motores equipados con turbocompresores son cada día más habituales en la gama Citroën. Motorizaciones gasolina como el THP o el e-THP, junto con las motorizaciones diésel HDi, e-HDi y BlueHDi, comparten uno de los componentes más polémicos de los últimos años.

Hablar de un turbo hoy en día es casi como hablar de un árbol: Algo normal. Pese a instalarse de manera habitual en los vehículos, son pocos los usuarios que miman al menos un poco esta pieza tan valiosa y delicada.

El turbocompresor es un sistema formado por dos turbinas que comprime el aire exterior antes de su entrada en los cilindros, logrando introducir más aire, y por consiguiente, más oxígeno. Gracias a ello se permite inyectar una mayor cantidad de combustible, implicando un aumento sustancial en la potencia del motor.  De manera general, un motor equipado con turbo obtiene el doble de potencia que un motor atmosférico de la misma cilindrada.

Para generar la presión en la admisión,  el turbocompresor utiliza los gases de escape generados en el motor gracias a una turbina, la cual está conectada a su vez a otra turbina, en este caso, de admisión. Este mecanismo alcanza velocidades de hasta 150.000 rpm, lo que, sumado al cambio de temperatura provocado por la expulsión de los gases del escape, logra alcanzar unas temperaturas extremadamente altas, tan altas que en algunos casos el estátor del turbocompresor llega a ponerse al rojo vivo.

Una avería en el turbocompresor puede ser especialmente costosa, ya que esta pieza supera según el modelo los 850 euros. Además, normalmente, las averías en el turbo están asociadas a la degradación del aceite, por lo que podrá implicar el cambio de otros elementos del motor, o incluso, en los casos más graves,el fin del motor.

Para evitar este tipo de complicaciones os detallamos algunos de los cuidados básicos del turbo de tu vehículo.

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AL ARRANCAR EL MOTOR

Sabemos que cuando arrancamos un motor se pone en marcha de manera inmediata su sistema de lubricación. Este hecho no quiere decir que todo marche a la perfección. Los aceites utilizados en los motores poseen una viscosidad diferente en función de su temperatura. Cuando el vehículo está frío su viscosidad es inferior, no alcanzando el grado óptimo para una lubricación ideal.

En el momento del arranque, y siempre que estemos con el motor frío, que el sistema de lubricación haga al menos una primera etapa. Unos segundos de espera, (los necesarios para acomodarse, abrochar el cinturón, seleccionar tu emisora favorita…) permitirán que todos los elementos internos del motor se protejan.

Al iniciar la marcha, y especialmente en temperaturas bajas, evitaremos subir las revoluciones más allá de las 2.200 rpm en motores HDi, e-HDi y BlueHDi, y no más de 2.500 rpm en las motorizaciones e-THP y THP. Consideraremos que el motor se encuentra en temperatura de funcionamiento cuando alcance los 80-90ºC, o cuando el sensor de temperatura motor desaparezca de nuestro cuadro.

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En caso de que las circunstancias no te permitan dejar tu coche a ralentí unos segundos antes de iniciar la marcha, recomendamos que circules de manera tranquila hasta lograr los 80-90ºC. Recordad que el motor se forma de elementos metálicos y solo funcionará de manera óptima cuando todos ellos alcancen la temperatura de servicio.

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AL PARAR EL MOTOR

Cuando lleguemos a nuestro destino será importante adoptar algunas precauciones. Tal vez estas sean más importantes que las indicadas en el primer apartado.

Es importe que dejemos el motor a ralentí durante al menos dos minutos. Esto permite estabilizar la temperatura del turbo, mientras que el sistema de lubricación mantiene un caudal constante de aceite que evita degradaciones. Si tu turbo es refrigerado por agua, el aceite realizará adicionalmente esta función a modo de estabilizados.

¿Por qué hacer esto? Si paramos de manera inmediata el motor, el turbo seguirá girando durante unos segundos. El principal problema es que lo realizará sin lubricación, degradando el poco aceite que quedase en el turbo, obstruyendo los conductos y generando una mala lubricación. Además, si se reduce el caudal del aceite y se repite este ciclo, se generará una degradación del aceite sistemática, implicando una pérdida de propiedades en el mismo, algo que podría afectar a la vida del motor.

Quedará imperativamente prohibido apagar el motor mientras realizamos una aceleración del mismo. Esta acción implicará un aumento de las revoluciones del turbo, implicando la degradación anteriormente mencionada.

Si somos propietarios de un motor 1.6 THP, cabe destacar que esta mecánica cuenta con una bomba de agua que refrigera el turbo incluso con el motor parado, por lo que la preocupación será menor que en una motorización sin este “extra”.

Para los más agresivos en cuanto a conducción se refiere, recomendamos dejar a ralentí el motor durante al menos 5 minutos. Ello aliviará la fuerte carga a la que se sometió aceite y turbo durante la conducción.

En todo caso recomendamos utilizar aceites especialmente desarrollados en colaboración con el fabricante, o en su ausencia, de idénticas características. Ello, junto con la realización del mantenimiento indicado por el fabricante – hoy por hoy es personalizado – nos permitirán disfrutar de nuestros motores durante muchos años.

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