Reabierto en Septiembre del 2007 y con una media de 15.000 personas por día, el C42 se ha convertido en un lugar de visita para los visitantes que pasean de la Avenida de los Champs-Elysées.
A través de esta escenografía audaz, el C42 invita a descubrir las influencias entre el mundo del automóvil y el del design a todos aquellos que lo visitan.
“ Es un gran origami…” Es con estos términos con los que a la arquitecta le gusta definir su obra, haciendo así referencia a sus pliegues como los de la papiroflexia: plana en su origen, la fachada se organiza enseguida en 19 pirámides de cristal, de dimensiones variables, que se escapan a media altura, sobresaliendo del edificio entre 50 y 70 centímetros. Los dos chevrones apuntan hacia el infinito, elevados por los triángulos de cristal.
Los diferentes módulos, de 4 a 6 toneladas cada uno, han sido fabricados en talleres y montados por equipos altamente especializados. Un material único permite atenuar el rojo de los chevrones por el día y hacerlos aparecer con una resplandeciente brillantez por la noche.
En el interior, en el atrio, todo habla de modularidad, de movilidad y de luminosidad.
Desde la entrada, la mirada se clava en el mástil central, una estructura metálica sobre la que se enganchan las plataformas giratorias en las que se exponen los vehículos. Los visitantes discurrirán en torno a “esta escultura en movimiento”, subiendo los pisos en niveles, hasta la cúpula de cristal.
La simbología del conjunto es, al mismo tiempo, una oda a los tiovivos de la infancia y al juego de un niño con su garaje de juguete…
La técnica utilizada para la escenografía de los vehículos está sacada del mundo del espectáculo: los coches están situados sobre las aspas gracias a un “montacargas”, que desaparece bajo el suelo una vez que los coches están en su posición.
Inundado por la iluminación natural, que lo atraviesa de un lado a otro durante el día, y por juegos de luces, durante la noche, todo en un sobrio camafeo de rojo y blanco, el decorado gira, para Manuelle Gautrand, en torno a un solo objetivo: “descubrir, ver y comprender el automóvil según Citroën”.
Una escenografía inteligente, un decorado depurado y sobriamente trabajado.
Hoy en día, el C42 es una de las obras más llamativas de esta Avenida gracias a sus 30 metros de altura, 12 metros de fachada, 2 chevrones de 11 metros de altura y 3,5 metros de ancho , 650 m2 de superficie acristalada y 1.200 m2 de superficie total en el suelo.
Seducidos tanto por la arquitectura excepcional del lugar como por sus temáticas de exposición, los visitantes, franceses o extranjeros, niños y adultos, se quedan en promedio uncuarto de hora para descubrir el C42, el cual se ha convertido en la actualidad en un «monumento» de visita obligada para todos los amantes de la marca.